
La noche del sábado 7 de junio, la Parroquia de San Pedro de Alcántara en Cáceres acogió la Vigilia diocesana de Pentecostés, presidida por el obispo D. Jesús Pulido Arriero. El encuentro reunió a representantes de 37 realidades laicales distintas —movimientos, grupos parroquiales, comunidades, itinerarios formativos y diversas corrientes de espiritualidad— en una celebración marcada por la diversidad, la unidad y el impulso misionero del Espíritu Santo.
Uno de los momentos más significativos de la vigilia fue un gesto simbólico que representó los siete dones del Espíritu Santo, mediante guantes de colores que portaban los participantes. Estos se unieron en un abrazo simbólico bajo una paloma blanca, imagen de la paz y del Espíritu, inspirada en el cartel oficial de la Jornada. Este signo visual reforzó la dimensión comunitaria y espiritual de la celebración, expresando cómo, en medio de la diversidad, el Espíritu Santo actúa uniendo y fortaleciendo y actuando sobre diferentes realidades: jóvenes, migrantes, presos, ancianos… etc.
En su homilía, Mons. Jesús Pulido ofreció unas palabras centradas en la fuerza transformadora de la esperanza que viene de Dios:
“Todos esperamos, tenemos deseos en la vida, aunque muchas veces se vean contrariados, y nos lleven a desesperar, a mirar el futuro con pesimismo. Esas expectativas frustradas que dependen solo de nosotros y de nuestras fuerzas no son capaces de acabar con los deseos infinitos de bien, de paz, de felicidad para todos. Y de decepción en decepción, nos invita a abrirnos a la promesa divina. Hay cosas que no se construyen desde abajo, sino que vienen de arriba, como don y no como logro, como gracia y no como mérito. La esperanza en Dios activa nuestra espera y nos impulsa a luchar incluso por aquello que parece imposible a los ojos de los hombres.
Además, culminaba el prelado: “Se trata de ser semilla, levadura en el ambiente en que vivimos y trabajamos, nos relacionamos y nos comprometemos, pensando y viviendo como Cristo vivió. La Buena Noticia del Evangelio es para el mundo entero, en las ciudades y los pueblos, en las familias y en los barrios… Allá donde hay vida, hay esperanza.”
La celebración se enmarcó en la víspera de la Solemnidad de Pentecostés y en el comienzo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, promovido por la Conferencia Episcopal Española bajo el lema “Testigos de esperanza en el mundo”.
Durante la vigilia, se nombraron expresamente los distintos carismas presentes en la diócesis, evidenciando la riqueza y pluralidad del laicado diocesano.
Antes de finalizar la vigilia, tuvo lugar el envío misionero del laicado, realizado por el obispo en nombre de la Iglesia, para que todos los participantes sean portadores de la Buena Noticia en sus ambientes cotidianos.
La noche concluyó con un clima festivo y fraterno, en el que los asistentes compartieron un ágape como expresión de la comunión vivida. Fue, sin duda, un Pentecostés diocesano vivido con profundidad, alegría y renovado compromiso evangelizador.





