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¡Siempre el Espíritu!

Fecha: 22 de mayo de 2024

Carta de D. Juan Gómez Solís a la feligresía de San Pedro de Alcántara de Cáceres

Escribo esta reflexión para nuestra página web de nuestra querida parroquia San Pedro de Alcántara, amigos en general de Cáceres y otros lugares. SIEMPRE EL ESPÍRITU. Escribo estas líneas dos días después de la fiesta de Pentecostés. Hemos recordado y celebrado este acontecimiento del nacimiento de nuestra Iglesia. ¿Por qué es importante este acontecimiento, por qué es importante recordarlo? Porque sin la venida del Espíritu Santo no se habría llevado a término el proyecto del Padre y de Jesús, y sin él toda la obra del Evangelio, habría quedado en el olvido, hoy no sabríamos nada de la vida de Jesús, y la vida del hombre habría quedado en ruina total.

            Ya Jesús había dicho “conviene que yo me vaya, pues si no me voy no os envío el Espíritu Santo, pero si me voy os lo enviaré y recordará todo lo que yo os he enseñado y os llevaré a la plenitud de la verdad”.

            Pero he aquí que el Espíritu Santo vino. Debe ser una persona divina como el Padre y el Hijo, pues sin El no se realiza la revelación y la salvación del hombre

             Y vino en la fiesta de Pentecostés, que conmemoraba el don de la ley y la alianza de Dios con el pueblo de Israel. Quiere decir que el Espíritu viene a realizar la nueva alianza de amor de Dios con la humanidad a través de la sangre redentora de Cristo.

             Y vino en forma de viento y de fuego, llamas que se posaban sobre sus cabezas.

            Aquellos hombres temerosos quedaron abrasados de fuego interior, y el viento los movía a salir a la plaza pública para dar testimonio de las maravillas de Dios. Pedro sale a la plaza pública a decir, “Jesús ha muerto y ha resucitado, es el Salvador del mundo y os da también el Espíritu Santo”, y recibieron el bautismo 3000 personas.

            Y luego a lo largo de la historia muchos han recibido el Espíritu Santo en el bautismo y la confirmación; nuestros padres, nuestros abuelos, nosotros.

            Recordamos ese acontecimiento de gracia que fue cuando recibimos el Espíritu Santo en el Sacramento del Bautismo y la Confirmación. Pero este Espíritu Santo recibido, no es algo que quedó en el pasado, es una fuerza virtual siempre presente, pero que se dinamiza o actualiza en el aquí y ahora: en las grandes celebraciones, especialmente en la de Pentecostés, en los ratos de silencio interior, en nuestro obrar continuo, estamos recibiendo la luz y la fuerza del Espíritu Santo, nos dejamos inundar por ese viento suave y esas llamas de amor que es el Espíritu Santo.

            Necesitamos invocar más al Espíritu Santo, totalmente esencial para un crecimiento de nuestra vida cristiana; necesitamos invocarlo para creer que Jesús es Señor, ya nos dijo San Pablo, “Nadie puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la moción del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo es el que trae al Jesús de la Historia a nuestro presente, al aquí y ahora, el que hace que resuenen en nuestro corazón los dichos y hechos de Jesús, que fueron proclamados para nosotros, de tal manera que Jesús no es alguien del pasado, sino que está Vivo, Vive, en el corazón del creyente y de la Iglesia. El Espíritu Santo clama en nosotros “Abba Padre”, hace que sintamos la alegría de que el Padre Dios, Padre de Jesús, es nuestro Padre, somos hijos en el Hijo. El Espíritu Santo reparte sus dones, sus carismas, a cada uno, para crecimiento de la comunidad; el Espíritu Santo es el que nos ilumina para discernir el bien del mal, el que nos hace pasar de una vida puramente carnal a una vida de novedad, de libertad y de gracia; el Espíritu Santo es el que como a los apóstoles nos lanza a la evangelización, de una sociedad sin Dios, que tanto necesita de Cristo por su Espíritu. Por ello el Espíritu Santo está actuando siempre en nosotros, pero necesitamos invocarlo más, necesitamos ser más amigos del Espíritu, para recibir más y mejor sus siete dones, para sentir la alegría constante de ser discípulos de Jesús, hijos de Dios y hermanos de todos los hombres, con impulso misionero.

Os invito a hacer esta oración:

Ven, Espíritu Santo

Alúmbranos y guíanos.         

Conviértenos y alégranos.

Enciéndenos, transfórmanos.

Confórtanos, reúnenos.

Envíanos y guárdanos. Inspíranos y aliéntanos

B. Velado- A. Alcalde