La Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del 18 al 25 de enero de 2024 este año con el lema «Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo» (cf. Lc 10,27). El Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión fe y constitución del Consejo Ecuménico de Iglesias elaboran conjuntamente unos materiales para ayudar a la reflexión y para preparar las celebraciones del Octavario.
Por su parte, la Subcomisión Episcopal para las Relaciones interconfesionales y Diálogo interreligioso aporta diversos recursos para su celebración. Una de las novedades de este año es SOUC, una APP para rezar cada día en la Semana de Oración por la Unidad.
Los niños de la Parroquia de San Pedro de Alcántara, durante esta semana, se prepararán en la catequesis para orar por la unidad de los cristianos con los materiales adaptados a ellos persiguiendo este fin. En las Misas se utilizarán las oraciones preparadas para el octavario y el Domingo se comentará el contenido espiritual de esta semana dedicada a la unidad de los cristianos. También las barriadas de Reyes Huertas y El Rodeo se unirán a las iniciativas emprendidas por la Delegación de Relaciones Interconfesinales de la Diócesis de Coria – Cáceres:
Jueves 18/01: 18:30 h. Charla: “Amor de palabra y de obra”. Padre Gianni Vettori. Congregación Hijos de María Inmaculada (Pavonianos). LUGAR: Ágora Francesco (Junto a Iglesia Sto. Domingo). c/ Sto. Domingo, 7. Cáceres.
Viernes 19/01: 20:00 h. Oración con cantos de Taizé, animada por los seminaristas. LUGAR: Seminario Diocesano. Av. Universidad, 3. Cáceres.
Domingo 21/01: →19:00 h. – Celebración Ecuménica. Presiden: D. Jesús Pulido, Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres y el Padre Teofan Ursachii, de la parroquia Ortodoxa Rumana de Plasencia y Cáceres. Coro: Laudem Myriam. LUGAR: Iglesia Sto. Domingo. c/ Sto. Domingo, 7. Cáceres.
Lunes 22/01: 18:30 h. Presentación de la organización Evangélica JCUM (Juventud Con Una Misión). LUGAR: Ágora Francesco (Junto a Iglesia Sto. Domingo). c/ Sto. Domingo, 7. Cáceres.
Martes 23/01: 17,30 h. Oración con las hermanas Contemplativas. LUGAR: Convento de s. Pablo. Pza. de s. Mateo. Cáceres.
Miércoles 24/01: 19:30 h. Charla «¿Quién es mi prójimo?». D. Miguel Ángel Morán. Párroco en Cáceres y Cañaveral. Capellán del Centro Penitenciario. LUGAR: Seminario diocesano. Sala Carolina Coronado. Av. Universidad, 3. Cáceres.
Jueves 25/01: 18:30 h. Oración ecuménica ONLINE. Con la reflexión de d. Samuel Arnoso. Pastor Evangélico. Organizada por el grupo de whatsapp “Monasterio invisible de la Unidad”.
Solicitar enlace a: relacionesinterconfesionales@diocesiscoriacaceres.es
Una de las novedades de este año es una aplicación con reflexiones y oraciones en texto y audio para el octavario que podrá ser descargada, de forma gratuita, en dispositivos móviles llamada SOUC (Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos). El objetivo es que el mayor número de personas pueda sumarse a esta red internacional de oración, conformando así, según explica la Subcomisión, lo que Paul Couturier llamó un «vasto monasterio invisible» donde todos eleven al unísono la petición del Señor: «Padre, que todos sean uno para que el mundo crea» (Jn 17,21).
La aplicación está ya disponible en PlayStore y en los próximos días también se podrá descargar en dispositivos IOS.
Enlace para descargar:
https://play.google.com/store/apps/details?id=com.mobincube.suc.sc_8FDUHR
Los demás materiales que aporta la Subcomisión Episcopal para las Relaciones interconfesionales y Diálogo interreligioso son: el mensaje que firman los obispos de esta Subcomisión; un guion para las celebraciones eucarísticas de la Semana; o un material para reflexionar preparado especialmente para acercar la Semana de Oración a los niños y adolescentes.
Día 1: Jueves, 18 de enero
Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? (Lc 10,25)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Romanos 14,8-9
Salmo 103,13-18
«¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?». Esta pregunta crucial formulada por un maestro de la ley a Jesús sigue interpelando a todo creyente en Dios. Afecta el significado de nuestra vida en la tierra y en la eternidad. En otra parte de la Biblia, Jesús ofrece la definición definitiva de la vida eterna: «… que te reconozcan a ti, como único Dios verdadero y a Jesucristo como a tu enviado» (Jn 17,3). Conocer a Dios significa descubrir y hacer su voluntad en nuestras vidas. Toda persona quiere una vida de plenitud y verdad, y Dios lo desea también para nosotros (cf. Jn 10,10). San Ireneo dijo: «La gloria de Dios es que el hombre viva».
Las realidades existenciales de la vida, con divisiones, egoísmos y sufrimientos, a menudo nos alejan de la búsqueda de Dios. Jesús vivió el misterio de la comunión íntima con el Padre, que desea llenar a todos sus hijos de la plenitud de la vida eterna. Jesús es «el camino» que nos lleva al Padre, nuestro destino final.
Así, nuestra búsqueda de la vida eterna nos acerca a Jesús, y al hacerlo nos acerca unos a otros, fortaleciendo nuestra cercanía en el camino hacia la unidad de los cristianos. Estemos abiertos a la amistad y a la colaboración con los cristianos de todas las Iglesias, orando por el día en que todos podamos estar juntos en la mesa del Señor.
Dios de vida,
tú nos has creado para tener vida, y vida en toda su plenitud.
Que reconozcamos en nuestros hermanos y hermanas su deseo de vida eterna.
Que podamos guiar a otros a ti a medida que seguimos el camino de
Jesús con determinación.
Oramos en su nombre. Amén.
Día 2: Viernes, 19 de enero
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia: y a tu prójimo como a ti mismo (cf. Lc 10,27)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Deuteronomio 10,12-13
Salmo 133
La respuesta que el maestro de la ley da a Jesús puede parecer simple, extraída de los mandamientos bien conocidos de Dios. Sin embargo, amar a Dios de esta manera y a nuestro prójimo como a nosotros mismos a menudo puede ser difícil.
El mandamiento de amar a Dios requiere un compromiso profundo y significa abandonarnos por completo, ofreciendo nuestros corazones y mentes para servir a la voluntad de Dios. Podemos pedir la gracia de seguir el ejemplo de Cristo, el que se ofreció completamente y dijo: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42). También manifestó su gran amor a todos, incluidos sus enemigos. No podemos elegir a nuestros prójimos. Amarlos significa estar atentos a sus necesidades, aceptar sus imperfecciones y alentar sus esperanzas y aspiraciones. La misma actitud es necesaria en el camino de la unidad de los cristianos en relación con las diferentes tradiciones cristianas.
La llamada a amar al prójimo «como a ti mismo» nos recuerda la necesidad de aceptarnos tal como somos, conscientes de la mirada compasiva de Dios sobre nosotros, siempre dispuestos a perdonar. Considera que somos la creación amada de Dios. Respétate a ti mismo. Busca la paz contigo mismo. Del mismo modo, cada uno de nosotros puede pedir la gracia de amar y aceptar a su propia Iglesia o comunidad, con sus defectos, confiando todas las cosas al Padre, que nos renueva a través del Espíritu Santo.
Señor, danos la gracia de conocerte más profundamente, para amarte con todo nuestro ser.
Concédenos un corazón puro, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Que el don de tu Espíritu Santo
nos permita ver tu presencia en nuestras hermanas y hermanos,
para que podamos amarnos unos a otros con el mismo amor incondicional con el que tú nos amas.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Día 3: Sábado, 20 de enero
¿Quién es mi prójimo? (Lc 10,29)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Romanos 13,8-10
Salmo 119,57-63
El maestro de la ley quería autojustificarse con la esperanza de que el prójimo al que debía amar fuese alguien de su propio pueblo y de su misma fe. Este es un instinto humano natural. Cuando invitamos a las personas a nuestros hogares, a menudo son personas que comparten nuestro estatus social, nuestra visión de la vida y nuestros valores.
Hay un instinto humano de preferir lugares familiares. Lo mismo puede decirse de nuestras comunidades eclesiales. Pero Jesús lleva al maestro de la ley, y a aquellos que lo oían, a profundizar en su propia tradición al recordarles la obligación de acoger y amar a todos, independientemente de su religión, cultura o condición social.
El evangelio enseña que amar a los que son como nosotros no es extraordinario. Jesús nos conduce hacia una visión radical de lo que significa ser humano. La parábola ilustra de una manera muy visible lo que Cristo espera de nosotros: abrir nuestros corazones y caminar en su ca- mino, amando a los demás como él nos ama. De hecho, Jesús responde al maestro de la ley con otra pregunta: no es «¿quién es mi prójimo?», sino, «¿quién demostró ser prójimo del hombre necesitado?».
Nuestros tiempos de inseguridad y miedo nos confrontan con una realidad donde la desconfianza y la incertidumbre pasan a primer plano en las relaciones. Este es el desafío de la parábola de hoy: ¿para quién soy prójimo?
Dios de amor,
que inscribes el amor en nuestros corazones,
infunde en nosotros el valor de mirar más allá de nosotros mismos y ver al prójimo en los que son diferentes a nosotros,
para que podamos seguir verdaderamente a Jesucristo, nuestro hermano y nuestro amigo, que es Señor, por los siglos de los siglos. Amén.
Día 4: Domingo, 21 de enero
Vio al herido, pero pasó de largo. (Lc 10,31)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Isaías 58,6-9a
Salmo 34,15-22
El sacerdote y el levita que pasan de largo pueden haber tenido buenas razones religiosas para no ayudar: necesitaban estar preparados para realizar ciertos rituales religiosos y podrían haberse arriesgado a la contaminación ritual si el hombre hubiera estado muerto. Sin embargo, en muchas ocasiones, Jesús critica el liderazgo religioso por poner las reglas de la religión por delante de la obligación de hacer siempre el bien.
El comienzo del texto de la Semana de Oración nos dice cómo el maestro de la ley quiso justificarse. El sacerdote y el levita en la parábola se habrían sentido justificados en lo que habían hecho. Como cristianos,
¿estamos dispuestos a ir más allá de lo convencional? A veces, nuestra miopía eclesial, culturalmente condicionada, puede impedirnos ver lo que se nos revela en la vida y en el testimonio de tantas hermanas y hermanos de otras tradiciones. Cuando abrimos nuestros ojos para re- conocer el amor de Dios revelado en nuestros hermanos cristianos, nos acercamos más a ellos y nos sentimos atraídos a una unión más profunda con ellos.
Esta parábola de Jesús no solo nos desafía a hacer el bien, sino también a ampliar nuestra visión. No solo aprendemos lo bueno y santo de aquellos que comparten nuestra cosmovisión confesional o religiosa, sino también de aquellos que son diferentes a nosotros. El buen samaritano es muchas veces quien menos esperamos.
Señor Jesucristo,
mientras caminamos contigo hacia la unidad, que nuestros ojos no miren hacia otro lado, sino que estén bien abiertos al mundo.
En nuestra peregrinación por esta vida, que nos detengamos, tendamos la mano y curemos a los heridos, para que experimentos en ellos tu presencia.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Día 5: Lunes, 22 de enero
Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas. (Lc 10,34)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Joel 2,23-27
Salmo 104,14-15
El buen samaritano hizo lo que pudo según sus posibilidades: vertió vino y aceite y vendó las heridas del hombre y lo puso sobre su propio animal. Incluso fue más allá prometiendo hacerse cargo de sus cuidados. Cuando vemos el mundo a través de los ojos del samaritano, cada situación pue- de ser una oportunidad para ayudar a los necesitados. Aquí es donde se manifiesta el amor. El ejemplo del buen samaritano nos lleva a preguntar- nos cómo responder al prójimo. Dio vino y aceite, restaurando al hombre y dándole esperanza. ¿Qué estamos dispuestos a dar para contribuir al proyecto de Dios de sanar este mundo roto?
Los signos de este mundo quebrantado son la inseguridad, el miedo, la desconfianza y la división. Avergonzados, reconocemos que estas divisiones también existen entre los cristianos. Aunque celebramos sacramentos u otros rituales de sanación, reconciliación y consuelo, a menudo usando aceite y vino, persistimos en divisiones que hieren el cuerpo de Cristo. La sanación de nuestras divisiones cristianas promueve la sanación de las naciones.
Dios misericordioso,
tú que eres la fuente de todo amor y bondad, permítenos ver las necesidades de nuestro prójimo.
Muéstranos lo que podemos hacer para alcanzar la sanación.
Cámbianos, para que podamos amar a todos nuestros hermanos y hermanas.
Ayúdanos a superar los obstáculos de la división,
para que podamos construir un mundo de paz para el bien común.
Gracias por renovar tu creación
y conducirnos a un futuro lleno de esperanza.
Tú que eres Señor de todo, ayer, hoy y siempre. Amén.
Día 6: Martes, 23 de enero
Lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él. (Lc 10,34)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Génesis 18,4-5
Salmo 5,11-12
Un samaritano se hizo cargo del hombre que había caído en manos de los ladrones. El samaritano superó sus prejuicios y partidismos. Vio a alguien necesitado y lo llevó a una posada. «Al día siguiente dio dos denarios al posadero y le dijo: “Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta”» (Lc 10,35).
En cualquier sociedad humana, la hospitalidad y la solidaridad son esenciales. Requieren la acogida forasteros, extranjeros, migrantes y personas sin hogar. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la inseguridad, la sospecha y la violencia, tendemos a desconfiar de nuestros prójimos. La hospitalidad es un testimonio importante del evangelio, particular- mente en contextos de pluralismo religioso y cultural. Acoger al «otro», y ser acogido a su vez, está en el centro del diálogo ecuménico. Los cristianos tienen el desafío de convertir sus Iglesias en posadas donde sus prójimos puedan encontrar a Cristo. Tal hospitalidad es un signo del amor que nuestras Iglesias tienen entre sí y por todos.
Cuando nosotros, como seguidores de Cristo, vamos más allá de nuestras tradiciones confesionales y elegimos practicar la hospitalidad ecuménica, pasamos de ser extranjeros a ser prójimos.
Padre de amor,
en Jesús nos mostraste el significado de la hospitalidad, cuidando de nuestra frágil humanidad.
Ayúdanos a convertirnos en una comunidad
cercana a aquellos que se sienten abandonados y perdidos, construyendo una casa donde todos se sientan acogidos.
Que nos acerquemos unos a otros mientras ofrecemos al mundo tu amor incondicional.
Te lo pedimos en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
Día 7: Miércoles, 24 de enero
¿Cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo? (Lc 10,36)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Filipenses 2,1-5
Salmo 10,17-18
Al final de la parábola, Jesús le preguntó al maestro de la ley: ¿quién se comportó como prójimo del hombre herido? El maestro de la ley respondió «el que tuvo compasión de él». No dijo «el samaritano», y se entiende, pues la hostilidad entre samaritanos y judíos hacía difícil admitir esta respuesta. A menudo descubrimos prójimos en las personas más inesperadas, incluso aquellas cuyo nombre u orígenes nos resultan difíciles de pronunciar. En el mundo de hoy, donde la política polarizada enfrenta con frecuencia a personas de diferentes identidades religiosas, Jesús nos desafía a través de esta parábola a ver la importancia de nuestra vocación de transgredir fronteras y muros de separación.
Al igual que el maestro de la ley, tenemos el desafío de reflexionar sobre cómo vivimos nuestras vidas, no solo en términos de si hacemos el bien o no, sino si, como el sacerdote y el levita, estamos descuidando actuar con misericordia.
Dios santo,
tu Hijo Jesucristo habitó entre nosotros
para mostrarnos el camino de la compasión.
Ayúdanos, con tu Espíritu, a seguir su ejemplo, a servir a las necesidades de todos tus hijos,
y así dar juntos testimonio cristiano
de tus caminos de amor y misericordia.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Día 8: Jueves, 25 de enero
Vete y haz tú lo mismo. (Lc 10,37)
Pasajes adicionales de las Escrituras
Romanos 12,9-13
Salmo 41,1-2
Con estas palabras —«Vete y haz tú lo mismo»— Jesús nos envía a cada uno de nosotros, y a cada una de nuestras Iglesias, a vivir el manda- miento del amor. Inspirados por el Espíritu Santo, somos enviados a ser «otros Cristos», acercándonos a la humanidad sufriente con compasión y misericordia. Al igual que hizo el buen samaritano con el hombre herido, nosotros podemos elegir no rechazar a los que son diferentes, sino cultivar una cultura de la proximidad y la bondad.
¿Cómo interpela mi vida la invitación de Jesús: «Vete y haz tú lo mismo»?
¿Qué consecuencias tiene esta llamada de Cristo para mis relaciones con los miembros de otras Iglesias? ¿Cómo podemos dar juntos testimonio del amor de Dios en la caridad? Como embajadores de Cristo (cf. 2 Cor 5,20), estamos llamados a reconciliarnos con Dios y entre nosotros, para que la comunión eche raíces y crezca en nuestras Iglesias y en las zonas afectadas por conflictos intercomunales, como el de la región de Sahel.
A medida que aumente la confianza mutua, estaremos más dispuestos a mostrar nuestras heridas, incluidas las heridas eclesiales, para que el amor de Cristo pueda visitarnos y sanarnos a través del amor y el cui- dado de los demás. Luchar juntos por la unidad de los cristianos ayuda a reconstruir las relaciones, para que la violencia pueda dar paso a la solidaridad y la paz.
Padre celestial,
te damos gracias por el don del Espíritu Santo, el dador de vida,
que nos hace estar más abiertos los unos a los otros, resuelve conflictos y fortalece nuestros lazos de comunión.
Que crezcamos en el afecto mutuo
y en el deseo de anunciar más fielmente el mensaje del evangelio, para que el mundo crezca en unidad y acoja al Príncipe de la Paz.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso piden para esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que «oremos con intensidad , para que nuestra Iglesia sea de verdad casa de acogida».
El tema de reflexión para la esta Semana de Oración, propuesto este año por los cristianos de Burkina Faso, es la parábola del buen samaritano, en la que Jesús explica en qué consiste amar al prójimo.
Por ello, en este mensaje los obispos comienzan explicando que “en un prefacio de la misa se dice que Jesús también hoy «como Buen Samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y sana sus heridas”. En esta interpretación de la parábola, se señala que la posada a la que Jesús, el buen samaritano, lleva a la persona herida es la Iglesia.
Los prelados explican que “la Iglesia tiene que ser posada donde todos puedan refugiarse, lugar de acogida para los hombres y mujeres que buscan, comunidad que sana”.
En este sentido, indican que para que esto sea posible, “nuestras comunidades han de ser abiertas, alegres, vivas. Han de tener, sobre todo, una inmensa capacidad de acogida, para que todos se encuentren en ella como en su casa. Pensemos en el posadero, que no pregunta quién es la víctima, ni cuál es su estado o condición. Simplemente lo acoge y, desde el amor, lo ayuda a sanar”.
Los obispos subrayan que “la acogida y la hospitalidad son un signo distintivo de la Iglesia de Cristo. Evidentemente, esta acogida hemos de vivirla entre los que nos llamamos cristianos, que por el baño del bautismo somos miembros de la Iglesia, aunque entre nosotros aún no vivamos la plenitud de la comunión en la fe (cf. LG 15). Todos formamos parte del cuerpo de Cristo”.
En estos días piden que oremos “especialmente para que el Señor nos haga sentir el dolor de la división y nos ilumine para encontrar caminos de encuentro”. Además, apuntan que vale la pena trabajar unidos para acoger a las personas heridas, “que quizás siguen estando al borde del camino”.
Al mismo tiempo, piden perdón por las veces en que parte de esta humanidad herida se haya podido sentir excluida de la misma Iglesia. “Y también –añaden- porque con nuestras actitudes hemos sembrado división y discordia, acentuando las divergencias y mirando al otro como a un contrincante y no como a un hermano”.
Recuerdan también las palabras del Papa Francisco y la imagen que ofrece cuando habla de la Iglesia como “hospital de campaña”, que atiende a «tanta gente herida que nos pide cercanía, que nos pide a nosotros lo que pedían a Jesús: cercanía, proximidad”.
Por todo esto, piden que «oremos con intensidad durante esta semana, para que nuestra Iglesia sea de verdad casa de acogida, hospital que sana, posada que recibe a todos, como aquella del buen samaritano”